Mensaje de la Dirección General

María Elena Barrera Bustillos

Directora General de CACEI

 MAELENA WEB 

 

Para quienes no están familiarizados con el proceso que implica la acreditación de un programa de estudios, expondré, no sin temor de ser chocante, el símil del “papel”: al ingresar a una licenciatura, algunos jóvenes estudiantes, quienes creen saber lo suficiente y hasta más, suelen decir “yo vengo sólo por el papel”. La escuela los acoge con discreta humildad, a sabiendas de que el tiempo y las experiencias propias, dentro y fuera de las aulas, les mostrarán de una u otra forma que han ingresado a una licenciatura para obtener mucho, mucho más que un “papel”. Las universidades, más que dar “papeles”, ensanchan el horizonte cognoscitivo de sus estudiantes. Los tornan ciudadanos del mundo, a través del pasaporte del conocimiento académico. Pues igual pasa con una acreditación: más que un papel, la acreditación es señal de que ese programa educativo, sujeto a evaluación está madurando.

Esencialmente, la acreditación es la garantía que un grupo de expertos extiende de que un programa educativo cumple con suficiencia los estándares fundamentales de calidad acordados a nivel nacional e incluso internacional. La acreditación no es calificar; es evaluar y la evaluación tiene cuatro grandes momentos: la reflexión por parte el evaluado sobre su trabajo; el análisis de las evidencias de ese trabajo; la retroalimentación al evaluado para que identifique sus fortalezas, sus debilidades y sus oportunidades de mejora y tras esto, sí, un resultado, que muchos identifican y reducen a la calificación.

Por ello, debemos tomar en cuenta que la acreditación, más que clasificar, se erige como un indicador de que un programa educativo alcanza umbrales de calidad básicos que impactan positivamente en distintos ámbitos de la sociedad.

La acreditación que el CACEI extiende a un programa educativo es de gran valor porque da certidumbre a la sociedad de que dicho programa forma ingenieros con calidad académica, técnica y humana para ejercer su profesión.

Es evidente que los egresados que se prepararon con base en programas acreditados tienen acceso a mayores oportunidades en áreas empleo y en estudios superiores; así como movilidad de carácter global.

Quienes apoyan a estos estudiantes, sean familiares o instituciones, pueden estar tranquilos de que sus familiares o becados se están preparando para la vida, para el trabajo y, de ser posible, para hacer estudios de posgrado.

Por otra parte, las instituciones públicas y privadas con programas acreditados aprovechan sus resultados como evidencia de que una organización objetiva e imparcial ha validado sus programas con base en los estándares que garantizan una educación que prepara a los estudiantes para un ejercicio profesional de calidad.

Además, las casas de estudios demuestran de cara a la sociedad, a través de la acreditación, su compromiso de mantener la calidad de sus programas, los cuales han alcanzado un nivel respetable. De igual modo, la acreditación apoya la rendición de cuentas a las juntas directivas que rigen a las instituciones; así como a los responsables de desarrollar las políticas públicas y a quienes administran las fuentes de financiamiento.

Los empleadores pueden tener la seguridad de que los egresados de un programa acreditado tienen más posibilidades de cumplir con los requisitos establecidos por el ámbito laboral para comenzar a trabajar en una posición inicial, dado que la educación y experiencia del candidato se reconocen en el territorio nacional.

Es así como el CACEI, a través de la acreditación, contribuye a que en México se impartan programas educativos de ingeniería confiables y de vanguardia.